domingo, 22 de marzo de 2009

Casanova

Cuando entré en la “aristogracia” (o sea, en sexodos) pensé que había dejado atrás la palabra “seducción” y todas sus connotaciones (artimañas, engaños, idea de conquista, etc.) por entender que pertenecían a sexouno. Por eso, cada vez que leía en los anuncios de las páginas de contactos liberales que había gente que pedía o buscaba “seducción”, pasaba de ellos sin más contemplaciones. Aunque las palabras “química”, “feeling”, o expresiones como “lo que surja” (a la que hace tiempo le dediqué un post) no me convencían mucho, siempre pensé que sexodos iba por ahí. Si tú quieres y yo quiero ¿para qué vamos a perder tiempo en pantomimas de yo te conquisto y tú te resistes? Y viceversa: qué estupenda es esa regla de los pubs o encuentros liberales donde dicen que AQUÍ UN NO ES UN NO. ¡Genial! ¡Qué claridad! (aunque según el último post de UHL, ni con esas).
Pero bueno, la historia es la historia, y hay que aceptar su enorme inercia. Por eso, para adentrarnos en la personalidad de Casanova o de don Juan no hay más remedio que soportar muchas veces la famosa palabreja. Sobre todo si leemos cosas escritas hace ya ochenta años. Estos días ha caído en mis manos un libro impresionante, un libro buenísimo, tan bueno que lo he puesto arriba como ilustración de esta entrada… a pesar de lo mucho que me gustan otras fotos más sugerentes.
No había leído nunca un retrato de Casanova tan emotivo y trepidante, y aparte de los méritos de Zweig, que son inmensos, si me ha motivado tanto seguro que ha sido porque en Casanova he creído ver algunos rasgos de unos cuantos de los amigos que he hecho en la “aristogracia” y, sin ánimo de vanidad, hasta de mí mismo (al menos de mi último yo): amantes alegres que dan placer por placer, hombres y mujeres que aman a hombres y mujeres por el simple hecho de ser hombres y mujeres dispuestos igualmente a amar a hombres y mujeres... sin comedias ni melodramones por medio. Acaso, todo lo más, como un inocente juego.
Sin embargo, lo más sorprendente de este magnífico retrato de Casanova ha sido descubrir la clarísima contraposición respecto a nuestro “don Juan” : pags. 83 a 88. Es una osadía resumir en una frase esas bellísimas cinco páginas, pero por ser fiel a la brevedad del blog diré que mientras don Juan sería el arquetipo de la seducción del sexouno (independientemente de que luego abandone u ocupe su conquista), Casanova es todo un anticipo del auténtico aristógrata de sexodos: un hombre, lo digo con palabras de Zweig, perfectamente honesto y honrado con las mujeres.
Los otros dos retratos que trae el libro, Stendhal y Tolstoi, son igualmente extraordinarios, pero para lo que nos traemos entre manos en este blog, el libro queda más que amortizado en sus primeras cien páginas. Los aristógratas deberíamos tenerlo como libro de cabecera y leerlo de tanto en tanto para que no se nos olvide nuestra condición.

(Para hacer boca y sin permiso de la editorial (que bastante agradecida me tendrá que estar por la publicidad que le hago) transcribo aquí algunos párrafos de las pág 86 y 87)

“Y es que, en verdad, en cuanto las mujeres han sucumbido a la técnica fría de don Juan, piensan en él como en el mismísimo diablo. Con el mismo brío amoroso del día anterior, detestan ahora a ese engañoso enemigo que, a la mañana siguiente , ha enfriado la pasión de ellas con el chorro helado de su risa burlona. Ellas se avergüenzan de su debilidad, se enfurecen, montan en cólera, enloquecen en una rabia impotente contra el canalla que las ha engañado, embaucado y timado, y a través de él, odian a todo el género masculino. Cualquier mujer, tanto doña Ana como doña Elvira, todas ellas, las miles y miles que han cedido a sus impulsos previsibles, quedan con el alma envenenada para siempre en su feminidad. Las mujeres que se han entregado a Casanova, por el contrario, le agradecen como a un dios no sólo que no les haya robado ninguno de sus sentimientos ni las haya ofendido en su feminidad, sino que haya sido capaz de proporcionarles una nueva seguridad en su existencia.”
(...)
“Con mano ligera y amorosa, mientras les quita los vestidos a esas mujeres a medias (porque no serán mujeres enteras hasta que no se hayan entregado), Casanova elimina toda inhibición, todo temor, las contenta al tiempo que se contenta a sí mismo (...), para Casanova, todo disfrute con una mujer sólo es perfecto en cuanto sabe que es compartido y sentido en los nervios y las venas de su compañera. “Cuatro quintas partes del disfrute consintieron siempre para mí en hacer felices a las mujeres”. Casanova necesita que su placer sea correspondido con placer, del mismo modo que otros necesitan saber correspondido su amor con amor.
(...)
“Es por eso que toda mujer que se le entrega termina sintiéndose más mujer, porque se vuelve más sabia, más voluptuosa, más desinhibida, y por eso buscan de inmediato nuevas fieles para este culto delicioso: la hermana mayor lleva a la más pequeña hasta el altar para el dulce sacrificio; la madre lleva a su hija hasta el tierno maestro; cada amante exhorta a la otra para que acuda al rito y a la danza del obsequioso dios.”


Tres Poetas de sus Vidas. Stefan Zweig. Ed. Blacklist

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